El retrato fotográfico


El retrato fotográfico engloba todo lo que tiene que ver con la figura humana. Va mucho más allá de fotografiar un simple rostro y en mi opinión, es una de las modalidades de fotografía más compleja, ya que implica interacción con el retratado. 
Veamos algunos consejos para ir más allá en un retrato.
La visión abstracta: Hay que mirar los cuerpos de manera abstracta, conseguir ver las luces y las sombras, las formas elementales. Hay que fijarse en el detalle, mirar de cerca, jugar con la luz y entrenar el ojo para ver de una forma distinta. 
El modelo. Hay que contar algo que represente a nuestro modelo. Tenemos que entrar en su psicología y sacarla a la luz. Un buen modelo tiene que tener la fuerza suficiente como para transmitir aquello que buscamos explicar. 
“Una figura más”. Hasta ahora siempre hemos hablado del cuerpo humano como el elemento principal de la fotografía pero también podemos usarlo como un elemento más de la composición, que no tenga especial importancia dentro de la imagen. De la misma manera que en la imagen pueda haber una mesa o una ventana, incorporamos, también, una figura humana. Será complicado conseguir que nuestro modelo no añada ningún tipo de significado más allá del que puedan añadir los otros elementos de la composición porque, como ya hemos dicho en alguna ocasión, al factor humano siempre añade atractivo y “enganche visual” a una fotografía. Así que es trabajo nuestro aprender a utilizarlo como queramos.
La referencia humana. Otro tipo de retrato en el que la figura humana no es lo más importante de la composición. O quizás sí, porque aún sin ser el motivo principal de la fotografía, nos ayudará a darle otro significado a la imagen. Con buscar la referencia humana me refiero a hacer una fotografía en la que no haya referencias del tamaño real de las cosas. Y colocar en ella una figura humana que haga la función referencial. Esto puede servir para enseñar la majestuosidad de paisajes, para delatar macros falseados... 

La luz a la hora de retratar. 

Si iluminamos un retrato por el lado amplio de la cara (esto es, por la zona que está más cercana a la cámara), lograremos suavizar texturas y conseguiremos una cara menos angulada y con rasgos más suaves. Este tipo de luz se suele utilizar con funciones correctivas, para disimular narices anchas, por ejemplo. Aún así, también lo podemos usar para transmitir serenidad y pureza pues las sombras que se generarán en la cara de nuestro/a modelo serán pocas y, además, por norma general quedarán “escondidas” (por la nariz o la barbilla, por ejemplo). Este tipo de luz suele funcionar muy bien con iluminaciones suaves, que aporten una atmosfera suave al retrato.

Si iluminamos un retrato por el lado estrecho de la cara (es decir, por aquel lado que se encuentre más lejano a la cámara), conseguiremos realzar el contorno de la cara y disimular la redondez de aquellas caras más ovaladas. Este tipo de luz crea sombras muy visibles dejando, a veces, la mayor parte de la piel en la sombra. Con esto conseguiremos más fuerza en nuestras fotos, textura y contraste.

También se puede iluminar de manera frontal ,pero una luz frontal no es equivalente a una luz simple o vacía de significado. Este tipo de iluminación suele generar muy pocas sombras en la cara del/la modelo, así que toda la atención del espectador quedará depositada en la mirada del retratado, que ganará fuerza.






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